Después de tanto quilombo (oops, sori, quise decir quilómetro...) un increíble regalo de Silvia me ha llevado a un fin de semana absolutamente relajante en el precioso Hotel Mas Passamaner de Tarragona. Si la posada de Astorga ya me pareció un lugar exquisito, la verdad es que esta joya de Domènech i Montaner es un sitio con tanto encanto y con tantos pequeños placeres que seguro que nadie que haya caído en sus tentaciones va a querer olvidar jamás.
Y como broche de fin de fiesta, un fantástico concierto de Manolo García en Reus. Adoro las canciones de este "pintor de palabras" que tan bonitos colores ha inventado para canciones que marcaron mi vida. Y hoy, en este amanecer color de melocotón que veo camino a Barcelona, veo aviones plateados tiñiendo de violetas la esquina del mar...
Y sí, Rafa, también he visto como ganaba la roja tiñiendo absolutamente todo de rojo...